domingo, 19 de septiembre de 2010

Las concepciones de la medicina científica


Las concepciones de la medicina científica

La medicina al igual que otra cualquiera de las disciplinas científicas ha alcanzado dicho estatus, por el reconocimiento de su método, así como por el valor experimental de sus prácticas y a una profunda intelección médica, ayudada por el formidable desarrollo de la tecnología en general y de la tecnología médica en particular. Pero el hecho fundamental ha sido también el reconocimiento de la misma por la llamada comunidad científica médica, que al inicio constituye una sociedad verdaderamente científica, pero que según avanza el desarrollo del sistema capitalista, esta se vio sometida a los intereses de la ganancia y del lucro privado, generándose verdaderas aberraciones de las prácticas y las concepciones médicas oficiales.

De esta manera la ciencia médica oficial, en su exagerado racionalismo ha terminado por desconocer los aciertos de las prácticas médicas tradicionales y embarcándose en un chato pragmatismo que pretende pasar por ciencia. De allí que la intensa medicalización de la enfermedad es una de las primeras características de esta medicina oficial, desconociendo el carácter y el entorno bio-psico-social y cultural tanto de la salud como de la enfermedad.
Igualmente el desconocimiento y desvalorización de los procesos naturales, como base de la práctica médica tradicional y su exagerado cientificismo le ha llevado de mano del positivismo al abismo de la quimioterapia sintética, que recién empieza a ser considerada como una importante causa de iatrogenias.

El desconocimiento o el olvido del principio hipocrático de que “el médico no cura, la naturaleza es la que cura” a tratamientos cada vez más lesivos y agresivos de las funciones naturales, y a desconocer o no ver en los síntomas de las enfermedades, no sólo las formas de manifestarse las enfermedades, sino intentos de lo profundo de la naturaleza humana de recomponer su equilibrio dinámico.  De ahí que cada vez más la ciencia médica oficial, más aún las transnacionales farmacéuticas, abunden y abusen de medicamentos y tratamientos, que muchas de las veces van dirigidos únicamente a paliar la enfermedad, o en su defecto a suprimir importantes funciones orgánicas y/o a sobre-excitarlas; en cualquier caso atacando los efectos y no viendo o no queriendo ver sus causas.

En este último caso la etiopatogenia de las enfermedades se las trata de ubicar preferentemente en el plano de los micro-organismos, sin considerar en mucho, el papel de los ambientes y los huéspedes. De esta manera, es cada vez más la paranoia de la clase médica y de un gran público, que considera que la asepsia es la respuesta única y mejor en la prevención de la enfermedades, olvidando que estas tienen raíces profundas en los desarreglos y desequilibrios eco-ambientales, sociales, culturales y por último orgánicos; y que hay una demostrada interrelación con las normas de conducta y la moral de una sociedad, así como de la psicología y la ética del individuo, que predispone y en muchos de los casos define importantes procesos patológicos.

Urgida por la necesidad de responder al consumismo de masas que acompaña la sociedad industrial actual, la medicina oficial, la salud, la enfermedad, los tratamientos y los medicamentos, han entrado en esta lógica consumista, que primeramente ha estandarizado a los individuos, luego a las enfermedades y sus causas y por últimos a los médicos y los medicamentos; de tal manera que la capacidad artística de la medicina y del médico se han perdido y con ello la bondad del diagnóstico y tratamiento, quedando de por medio la fría práctica médica llena de aparatajes y razonamientos pseudo-científicos que no alcanzan a ocultar el descalabro de esta práctica médica oficial.

Por último en su afán de reconocerse como única y oficial, ha anulado la iniciativa y la práctica médica alternativa, escudándose en su cientificismo, ha echado al trasto de la basura importantes conocimientos médicos tradicionales, y; en esta posición no solo hay cientificismo sino etnocentrismo, que no termina de aceptar que las razas de color hayan podido desarrollar principios y prácticas médicas por fuera del conocimiento alcanzado por Europa.

De ahí que de cuando en cuando apoyándose en el aparato del Estado, los medios de comunicación colectiva y la aquiescencia de la llamada comunidad científica, lanza verdaderos pogromos sobre las medicinas alternativas, y en medio de ello no está la defensa de la ciencia, sino del vil interés del capital y la ganancia asociada a los grandes laboratorios farmacéuticos y las inmensas instalaciones y equipamientos de los centro de salud pública y más aún de las clínicas privadas; cuyas interrelaciones tienden cada vez más a volverlas globalizadas.

En la visión ética del vivir y morir, la ciencia médica oficial en su afán de ganancia cada vez explora de manera peligrosa elementos de la biogenética que linda con el desconocimiento de la bioética, al igual que el tráfico de órganos, la utilización de drogas, trasplantes y procedimientos quirúrgicos y asistenciales, que para nada significan mejorar la calidad de vida o la recuperación de la salud, sino la pura prolongación de la agonía.

El desenfreno y lo disoluto de la vida moderna en las grandes ciudades del mundo capitalista ha llevado a que el médico pierda su papel de terapeuta y se reconvierta en un comodín que se permite paliar los mayores efectos colaterales de este desenfreno y disolución de los individuos en aras del consumo y la ganancia.

Esta excesiva medicalización de las enfermedades ha llevado a nuevos y mayores problemas en la clínica y el tratamiento, por ejemplo la antibiótico terapia en la actualidad afronta inmensos problemas ante la resistencia bacteriana provocada por el uso y el abuso de los antibióticos. Igualmente la hospitalización en desmedro de los antiguos sanatorios, permite que la sepsis y la contaminación bacteriana sean uno de los mayores problemas colaterales que afrontan los pacientes y usuarios de estos hospitales y clínicas.

A su vez es cada vez más patente el abuso de medicamentos estimulantes y su contraparte los sedantes, promovidos por los médicos y la propaganda, en la vida diaria de millones de personas del mundo desarrollado e incluso del llamado mundo en desarrollo, ante el vertiginoso frenesí de la vida que impone un sistema de valores centrados en la ganancia, el lucro y el éxito individual.
El abuso de los medicamentos, ha llevado a que importantes organismos mundiales haya consolidado una lista única de productos que son de uso prohibido en Europa por ejemplo, y; es conocido desde hace mucho que los Estados Unidos produce una serie de medicamentos de uso prohibido en los propios EE.UU. “for only export” sólo para la exportación; y, que este país que tiene una rígida política para el ingreso de nuevos medicamentos a su mercado nacional, para lo cual exige miles de pruebas clínicas, las mismas que, con el mayor descaro, el desamparo legal y la complicidad de los médicos e incluso entidades oficiales de salud, se realizan en el llamado tercer mundo.

El mismo esquema de la salud pública por ejemplo ha sido desvalorizado en beneficio de la medicalización de la enfermedad y esta sirve de cobertura para desentenderse de los graves problemas socio-económicos y sanitarios al cual están sujetos millones de seres humanos que viven en la pobreza, el hambre y la explotación, pantano sobre el cual florecen las más variadas enfermedades, que el médico occidental y su sistema de salud oficial, busca explicarlas y combatirlas desde su base microbiológica.

Este desenfoque de la etiopatogenia de la enfermedad igualmente ha llevado a la medicina occidental a una especialización exagerada y malsana de su personal terapéutico de tal manera que la visión del conjunto de la enfermedad y de su tratamiento igualmente holístico a desaparecido en manos de los especialistas y sus sofisticadas técnicas de diagnóstico y tratamiento que ello únicamente conocen y que les lleva a desentenderse de los posibles efectos y causas colaterales de las enfermedades y sus tratamientos.

Lautaro Villavicencio G.

Las concepciones obstétricas


Las concepciones obstétricas.

Un capítulo aparte merece el profundo conocimiento de la obstetricia que se ha conservado prácticamente intacta en la sabiduría de los pueblos indígenas de los andes. Entonces la capacidad médica tradicional de la mayoría de parteras, hacen de éstas, eficientes terapeutas al momento de diagnosticar cuanto de tratar problemas asociados con el embarazo, el postparto, la lactancia y el cuidado del recién nacido, en base a concepciones y tradiciones socio-culturales sobre las relaciones sexuales, el embarazo y el parto; la atención de la labor de parto y de sus complicaciones; así como la atención y cuidado del recién nacido y de los infantes.

Debemos citar, en primer término, las técnicas y procedimientos de diagnóstico del embarazo, del período de gestación, el pronóstico del sexo del wawa, etc.

Así mismo es importante destacar las precauciones adoptadas con el objeto de velar por las mejores condiciones posibles de la mujer y la prole; las técnicas de “compostura” así como de control y seguimiento del embarazo.

Ya propiamente en la atención de parto, mencionamos las llamadas técnicas del parto vertical así como diferentes ayudas terapéuticas – medicamentosas para aligerar el parto. Así como el procedimiento y cuidado ante los llamados partos riesgosos y del mismo aborto o “malparto”.

En los cuidados post-parto, mencionaremos las dietas y procedimientos especiales del “baño del quinto”, el “encaderado”, el tratamiento de la placenta, el tratamiento de los trastornos psíquicos, y el llamado “sobreparto”, etc.

Igualmente se reconoce en esta práctica médica un capítulo gineco – obstétrico que hace relación a los abortivos y esterilizantes, al tratamiento de la desviación y descenso de la “matriz”, a problemas menstruales y la esterilidad, a procedimientos y medicamentos para estimular o calmar la secreción láctea, etc.

Por último es igualmente reconocer en las mismas wachachik un conocimiento sobre la pediatría del recién nacido y del infante, esto es del cordón umbilical y del ombligo; rituales asociados al recién nacido, diferentes protecciones para el infante, síndromes y tratamientos asociados a la lactancia, a la dentición, el balbuceo, el andar, y el desarrollo normal, así como el mejoramiento intelectual y moral. Tratamientos para la enuresis, el sueño intranquilo y los terrores nocturnos; un sinnúmero de trastornos y enfermedades de la infancia, así como normas higiénico – dietéticas y mitos y tradiciones referidas a los recién nacidos e infantes. Por último igualmente se reconocen formas de crianza y cuidado de los niños.

Las técnicas de diagnóstico


Las técnicas de diagnóstico

En su milenario desarrollo la medicina tradicional indígena comparte conocimientos, prácticas, técnicas e interpretaciones que se podrían considerar universales, y en mucho sujetas de racionalización; pero que debido a la falta de credibilidad del entorno médico oficial y a la ausencia de estudios seriados, se hayan visto relegados al plano de la superchería. No obstante su validez les ha llevado a permanecer ocultas en la práctica del diagnóstico médico tradicional, por ejemplo el llamado kuyfichay o la limpia del cuy, constituye a más de un procedimiento diagnóstico, un recurso terapéutico, ya que en primer lugar el llamado kuriwiñay (animal de oro) tiene la posibilidad de absorber los excesos energéticos, que se presenta en forma de calor, inflación o dolor en áreas específicas del organismo humano, que al ser sobado con este cobayo, el animal expresa en su chillido el dolor y la enfermedad localizada en el cuerpo humano; y, en casos de enfermedades graves incluso el cuy llega a fallecer en la soba, de ahí que la “autopsia” sea indicada, la cual señala el asiento y en mucho la clase enfermedad que aqueja a la persona.

De igual o menor valor diagnóstico se considera la limpia con el huevo, al ser esta una de las células gigantes de un organismo vivo, reacciona como en el caso anterior, y para el ojo entrenado del médico tradicional es posible de explicación y acercamiento diagnóstico de la enfermedad en curso.

Así mismo, algunos médicos tradicionales andino, han desarrollado una técnica de “pulseo” que no es la clásica de la toma del pulso del médico oficial, ni tampoco alcanza la sapiencia del médico tradicional chino, sino que es una especie de reconocimiento en extremo sensible, a partir de la secuenciación del organismo del médico tradicional con el de su paciente, a través de la conexión que establece los dedos del médico con la muñeca del paciente; a través de lo cual percibe fundamentalmente el dolor de su paciente.

Pero donde realmente radica la sabiduría médica tradicional indígena, es en la capacidad de los más altos hanpikamayuk, quienes utilizan técnicas shamánicas de éxtasis para el reconocimiento de la enfermedad y su tratamiento. Y ahí encontramos ensoñadores, interpretadores oníricos, lectores de la vela y altamisayuks, que a través de la ingestión de plantas mágicas, son capaces de abrir y expandir su conciencia más allá de lo cuotidiano y aplicarla a la discriminación de la enfermedad, cuanto del mismo tratamiento.

Reconocimiento gnoseológico de las enfermedades


Reconocimiento gnoseológico de las enfermedades

Un extenso repertorio gnoseológico de diferentes enfermedades que han tomado el nombre vulgar de enfermedades del campo, han sido descritos en la práctica médica tradicional de los andes; así por ejemplo la “pérdida del ánimo”, el soroche, el manchay, diferentes tipos de wayrahapishka, diferentes patologías asociadas al “agua”, el chukaqe, la irijua, el “mal de ojo”, las yawas o iriwas, la ticradura, las “lastimaduras”, etc.

Así mismo existe una inmensa cantidad de terapias, tratamientos y medicamentos asociados a estas enfermedades y a las llamadas igualmente de manera vulgar, como enfermedades de Dios, esto es enfermedades provocados por la propia naturaleza y las más de carácter degenerativo. En este caso encontramos medicamentos elaborados en base a miles de plantas medicinales, pero igualmente están presentes los medicamentos opo-terapéuticos, e incluso la misma medicina escatológica, patrimonio común de varias de las civilizaciones antiguas.

Se reporta igualmente una semiología, una clínica, y; una terapéutica de las principales enfermedades orgánicas y su respectivo tratamiento, por ejemplo de las enfermedades respiratorias, cardiopatías, de las enfermedades digestivas, reumáticas, palúdicas, eruptivas, linfáticas, febriles – infecciosas, degenerativas, parasitarias, etc.

Igualmente la medicina tradicional indígena reconoce a lo interno de estas llamadas enfermedades del campo, los malestares o enfermedades causadas por shamanes o brujos, que a través de mecanismos sugestivos, de contacto o por “bocado” son capaces de provocar graves enfermedades tanto psicosomáticas cuanto orgánicas a través de tósigos de los más poderosos, que en la generalidad de los casos terminan con la muerte de la persona.

Este reconocimiento del valor diagnóstico y clínico de la sabiduría médica tradicional, no ha escapado de su tergiversación, mala interpretación, folclorización y el simplemente fraude médico en base del cual una serie de charlatanes, desprestigian este conocimiento y provocan graves daños a la salud de la población, especialmente indígena y marginal, que mantiene la fe en esta clase de tratamiento ancestral.

Etiopatogenia de la enfermedades en los andes


2.            Etiopatogenia de la enfermedades en los andes

En la etiopatogenia de la enfermedad, la medicina tradicional indígena, define dos amplios campos, uno que se origina en la pacha y otro que tiene su origen en la naturaleza orgánica del hombre. En el caso de las enfermedades del pacha, estas se clasifican según los espacios – tiempo sagrados, definidos como jawapacha, kaypacha y ukupacha, y su cuadro sintomatológico de carácter neurovegetativo. En cuanto a las enfermedades de Dios, o de naturaleza orgánica, éstas se deben a “desmandos” o distorsiones en la relación armónica del hombre consigo mismo o con la naturaleza; en el primer caso los factores emotivos y psico-afectivos definen etiopatogenias a partir de la ira, la envidia, la tristeza, la melancolía, la angustia, el deseo, etc. En el caso de los desmandos en la relación con la naturaleza, está definida por la sobre-exposición o falta de exposición a los factores climáticos, esto es al viento, a la lluvia, a la sequedad, la humedad, el calor, etc.

Así mismo debemos agrupar una nueva fuente de enfermedad que está ligada directamente a las deficientes condiciones socio-económicas que debe soportar las poblaciones indígenas, esto es enfermedades que se producen por el hambre, la desnutrición, el hacinamiento, la contaminación de las fuentes de agua, del aire, de los alimentos industrializados, la falta de servicios básicos, y en estas igualmente podemos agrupar a la gran cantidad de enfermedades que produce el consumo de alcohol y de muchos medicamentos químico-farmacéuticos.

A pesar de considerar estas tres fuentes diferenciadas de la enfermedad, el médico tradicional indígena, cuanto en el diagnóstico, así como en el tratamiento trata de integrarlas holísticamente, para responder de una manera integral al problema de la enfermedad y crear las condiciones para la recuperación socio-cultural cuanto orgánica del paciente, hacia el estado de salud.

Así mismo, desde tiempo inmemoriales, las sociedades originarias, especializaron una serie de personas encargadas de manejar los ámbitos de la salud y la enfermedad; quienes acopiando el conocimiento natural y social, y desarrollando la sabiduría propia, formaron verdaderos colegios médicos e instituciones del saber médico tradicional, como hanpikamayuh en las épocas del Tawantinsuyu.

Una de las especialidades más requeridas y preciadas fue la de wachachih esto es lo que actualmente se denomina como “parteras” o “comadronas”, las cuáles han recogido y procesado una serie de técnicas, métodos, terapéuticas y procedimientos, en base a la sabiduría ancestral, de tal manera que su acerbo de conocimientos sobre el tema rebasa la atención puramente obstétrica y se traslada al ámbito de lo ginecológico cuanto de la atención del recién nacido; y, más allá aún, en el rico entramado de relaciones sociales que es establecen entre las familias indígenas como fruto de las alianzas matrimoniales, igualmente se refleja en la serie de compromisos y rituales de “compadrazgo”; de esta manera la wachachih termina siendo parte de este tejido de relaciones sociales, en el grado de “comadrona”.

Elementos cosmovisionales

1. Elementos cosmovisionales

El alma del indio es profundamente animista, su interrelación milenaria con las hábitats y nichos ecológicos de la Pachamama, así como su profunda veneración y respeto a la misma, y la abundante cantidad de plantas mágicas a su disposición ha ido generando un reconocimiento de las fuerzas telúricas y ctónicas que trascienden los espacios y los elementos de la naturaleza animada e inanimada, dotándoles en su cosmovisión de fuerza espiritual simbólica que se manifiesta en un sinnúmero de espíritus tutelares que los engloba en una denominación única: supay, y al que la invasión colonial europea le dio el peyorativo de “demonio”. Así igualmente se reconoce al hawari (fantasma), el shapshico, sapfi; todos ellos considerado como autor de no pocas enfermedades y como responsable de muchas humanas desventuras, según el entender de los laykas (brujos). Otros espíritus que igualmente han sido catalogados por la cosmovisión indígena se mencionan: waksapata, las yaras, los chullachakis, el machu, el larilari, el quepque, el warapon, varios tipos de duendes (hapiñuñu, anchanchu, ychik ollkko), el wamañi, el waraqoy, el amaru, los achachilas ligados a los apus de los cerros, el aukillo, el yayajirka, el carbunclo, el tullupiscco, el ñakah, el wari, el kkekke, los yayay – mamam, los iwianchi, el usiñamu, el taifeño, la chonta, el uma y el kapak uma, el karkacha, la nina mula.

En consecuencia la medicina tradicional andina está llena igualmente de diferentes formas de rituales celebrativos, curativos e invocativos; así por ejemplo el pichikachiy o pichka, el ccayapa y el ccayacuy, el millujaña o ccolpascca, el huischupa, el onccoyta ccarccoy, el isa tapinita.

Además el espíritu indígena ha logrado reconocer el entorno mágico de la naturaleza y al igual que otros pueblos originales ha constituido una serie de acuerdos y reconocido los chikis (agüeros) en los cuales intervienen los fuegos fatuos, el kuichi (arco iris), el puquio, sitios encantados, así como los chikis relacionados con la muerte, y las enfermedades.

Correlativamente existen una serie de amuletos y talismanes que permiten alejar las enfermedades y conjurar los desastres, así como creencias destinadas al mismo efecto y/o a explicar el origen de algunas enfermedades.

martes, 7 de septiembre de 2010

EL PENSUM DE LA MEDICINA ANDINA


En la actualidad el sistema oficial de salud y el sistema oficial de enseñanza médica, se centra fundamentalmente en la atención de carácter médico y con el uso y abuso de medicina fármaco-química, que a más de ser insuficiente y deficiente, no llena las expectativas de la población originaria, pues la cosmovisión tanto de la salud y de la enfermedad, cuanto del vivir y el morir, es diferente en la sabiduría indígena de aquel saber que maneja la ciencia occidental. Pues mientras ésta considera a la salud a lo sumo como el bienestar biopsicosocial, deja implícitamente de lado el considerar los aspectos culturales y eco-ambientales que matizan y definen a la salud como la relación armoniosa, recíproca y complementaria de las fuerzas de la naturaleza y las culturas humanas, de los cuales el hombre es un elemento más, y; que habiéndose enfermado o desequilibrado el ambiente o las estructuras socio-culturales, desequilibra y desarmoniza al hombre.

Así mismo en la medicina moderna se da exagerada importancia al contagio de gérmenes (virus, bacterias, parásitos) como causantes de la enfermedad, y de ahí el abuso de la “medicalización” de la enfermedad, sin considerar en su génesis y desarrollo los entornos medioambientales, sociales, orgánicos y anímicos que predisponen a que estos elementos patogénicos cobren fuerza y/o que el hombre se desequilibre, y como consecuencia se manifieste la enfermedad; y, siendo está y sus síntomas, en la concepción médica tradicional, una respuesta última y dramática para recomponer el equilibrio perdido. De ahí que el combate a la enfermedad no siempre significa anular o bloquear los síntomas, ya que en mucho estos son propicios para la expulsión de la enfermedad.

De ahí resulta que el médico no es más que un oficiante de la sabiduría propia de la naturaleza. Así mismo, por ejemplo, el termino kechwahanpi” es a la vez “remedio” cuanto “veneno” para dar cuenta en primer lugar del peligro que conlleva el uso o abuso de los medicamentos; cuanto de la concepción homeopática de la ciencia médica tradicional; es decir de que “lo similar cura lo similar” y que el fin último del médico y la medicina es recuperar el equilibrio dinámico de la vida, en su integridad.

En el caso de la cultura y los ambientes indígenas, los elementos patogénicos de la naturaleza, estuvieron hasta antes de la invasión europea en un delicado equilibrio dinámico; pues toda población endógena es capaz de crear defensas eco-ambientales, socioculturales, rituales, y orgánicas, para mantener la fuerza y la vitalidad a través de la construcción de espacios saludables, del buen uso y manejo de los recursos naturales y del ambiente, de formas de trabajo y producción adecuadas y respetuosas de la naturaleza, de una cosmovisión holística e integradora del hombre en relación a la naturaleza, de rituales y prácticas espirituales de reciprocidad y complementariedad; y del manejo adecuado de la alimentación, la armonía interior y el bienestar social, cultural, medioambiental y mágico-ritual; y se sabía que de no darse estas condiciones, la enfermedad es la consecuencia inmediata o a mediano y largo plazo.

Así pues esta cognoscitividad y sabiduría propia de los pueblos indígenas les permitió sobrevivir y desarrollarse durante milenios en sus propios hábitats, enfrentando las noxas ambientales y psicosociales a través de una vida y alimentación sana y armoniosa, así como disponiendo de la inmensa variedad de plantas medicinales y recursos terapéuticos que proveen tanto los bosques como las selvas, y haciendo uso terapéutico de la energía del agua, del aire, del fuego, de la tierra, de los animales, e incluso de los espíritus tutelares de montañas, cascadas, ríos, puquios, etc.

Lo cual permitió que los pueblos indígenas alcanzasen su máxima eficacia para el diagnóstico y tratamiento a través de los saberes mágicos de los yachaks y amawtas (hombres de conocimiento) que durante milenios han explorado la sabiduría en los más variados campos y entre uno de ellos el de la medicina y cuya sabiduría es, incluso en el momento, valorada tanto en los espacios locales, como nacionales e internacionales.

Pero así mismo debemos reconocer la necesidad de la interculturalidad en el sistema de atención y educación de salud que estamos proponiendo, en base al hecho cierto, en primer lugar, de los grandes logros y avances científico – tecnológicos de la medicina de diferentes civilizaciones y culturas del mundo entero, cuanto en el hecho por demás cierto, del surgimiento de nuevas enfermedades y noxas ambientales, culturales, higiénico – dietéticas y sanitarias, que han ido surgiendo a la par de un desarrollo caótico y desordenado de la civilización capitalista occidental en todo el mundo.

El pensum de salud y medicina indígena tradicional, requiere a más de los procesos de enseñanza – aprendizaje escolarizados la conformación de una comunidad de aprendizaje que conlleve a la implementación de un “Hanpiwasi” y de una red intercultural de promotores de salud, que a la vez genere un proceso de capacitación e investigación en el área de la salud, permita complementar la ciencia médica tradicional y la ciencia médica oficial, estableciendo un servicio de salud único provisto de una red de referencia ampliado a los sectores o áreas de gestión de los alumnos y profesores del Colegio Intercultural Bilingüe Narancay, así como al interior de la red de referencia del MSP a través de la Dirección Nacional de Salud de los Pueblos Indígenas.

Al haberse estructurado y estar funcionando de manera oficial la Dirección Nacional de Salud de los Pueblos Indígenas con sus respectivas sedes provinciales; y, así mismo al haberse oficializado la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas del Ecuador “Amawtay Wasi”, es necesario para el Colegio y la Educación Intercultural Bilingüe, asumir una reforma curricular integral de su pensum de estudios en especial aquel referido al área médica y de salud.